Un 26 de enero de hace seis años decidimos comenzar nuestra historia de amor; prometimos construir un "nosotros" a pesar de los obstáculos que se nos presentaran pero no pudimos dimensionar cuán difícil sería no sólo enfrentarnos a todos para demostrarles el amor que nos teníamos, sino, poder consolidarnos como pareja y poder amarnos a pesar de la distancias y con todas nuestros defectos, miserias y mezquindades.
Transcurrimos durante cierto tiempo por un terreno idílico propio de cualquier enamoramiento hasta que los agentes externos comenzaron a socavar los muros del mundo que habíamos contruído para nosotros, así empezaron las filtraciones que ninguno de los dos no sólo no pudo evadir sino que tampoco pudo contrarrestar y que lograron desestabilizarnos y desestabilizar la relación. Cuando una de las dos partes cedió frente a semejante presión y no pudo mantener ni siquiera el compromiso asumido con el otro, la otra parte se fortaleció y creyó que podía con todos y con todo.
Así fue como transcurrieron todos estos años en donde se libró una batalla interna sin cuartel tratando de hacer triunfar el amor, pero en dónde cada uno tenía una concepción diferente de lo que significaba semejante sentimiento y de cómo éste debía no sólo exteriorizarse sino ponerse en práctica para que fuese válido para el otro. Cada uno luchaba en su individualidad por imponer su verdad y por convencer al otro de que ésa era la vía más correcta para poner un manto de tranquilidad entre tanto destrozos generados.
Nos desconocimos hace años a pesar del cariño y del lazo familiar que nos mantendrá unidos por el resto de nuestros días, pero ni siquiera eso bastó para impedir el herir de muerte al otro intentando mostrarse más fuerte y vencedor en cada una de las luchas. El desgaste y la destrucción fue progresiva al punto de volvernos despiadados sin interesarnos las consecuencias que eso provocaban en nosotros ni en los terceros y así es como llegamos al punto sin retorno en dónde era uno u otro, no existía posibilidad de que ambos coexiéramos en el mismo espacio emocional y cada uno en el intento por salvar lo poco que quedaba decidió priorizarse y protegerse de lo que, de otro modo, hubiese terminado peor.
No sé si existe amor más grande del que en algún momento sentí, pero sí sé que el nivel de destrucción que conseguimos juntos nunca antes lo había experimentado con nadie ni él tampoco y ninguno de los dos somos merecedores de eso y juntos hoy no íbamos a poder revertir la situación sin herir de muerte nuestra relación o los vestigios que de ella quedaron.
Hoy camino más liviana, más contenta, más libre, más feliz y sé que él también. Era necesario volar!