Perdonamé si alguna vez te hice llorar ojos de cielo.
Perdonamé si alguna vez robé de tús labios un te quiero.
Sí, perdonáme por favor. Si estuviera a mi alcance te devolvería el sufrimiento que sin querer te robé.
Pero yo sufrí más por vos! Y ambos lo sabemos. Me compadezco por ese sufrimiento lacerante que no deja de originar nuevas heridas en mi corazón y tampoco deja cicatrizar las viejas; que se empeña en estar siempre presente y vivo como el primer día que lo padecí.
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