Quiero dejar de pensar en vos, pero no puedo. Tengo que errradicarte completamente de mi cabeza. Eliminarte de mi vida. Arrancarte como si fueras un tumor maligno. Tengo que olvidarme de tu existencia.
Por qué me cuesta tanto asumir tú ausencia? Por qué no puedo entender que dejaste de amarme, de quererme, de sentirme? No puedo dimensionarlo, no puedo entenderlo. Porque cada vez que quiero hacerlo siento que una parte de mi corazón se marchita, se seca, se muere y yo me voy muriendo con él.
No entre en mi cabeza que hayas dejado de quererme, que ya no signifique nada en tú vida, que tú vida transcurra normalmente no sólo como si yo no existiera, sino como si nunca lo hubiera hecho.
No comprendo cómo puede ser que mientras yo me deshago en lágrimas y llantos ahogados, vos vayas por la vida tan felíz y sin ningún tipo de remordimiento por lo que me hiciste. Que ni siquiera te caliente hacer algo para que yo deje de sentirme tan miserable. Porque justamente miserable es como me siento, un poco menos que nada, algo completamente deshechable, un paquete que se puede dejar en cualquier lugar y en cualquier momento; desdichada e infelíz por todo el dolor que llevo dentro y no puedo sacar, y por todo lo hecho que no fue valorado en lo más mínimo.
No sé por qué me dejaste, por qué me lastimaste de este modo, por qué me heriste sin importarte cómo me sintiera; pero lo que menos entiendo es cómo te sigo queriendo, extrañando y deseando como el primer día.
No hay relación lógica que pueda sustentar todo el amor que te tengo y el dolor que siento gracias a tú comportamiento. Sólo quiero morirme, dejarme ir sin que te enteres; dejar de existir y por ende de sufrir.